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Historias qué inspiran: La renacida

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Cuando uno conoce a Carmen, inmediatamente percibe un enorme agradecimiento a la vida y sus ganas de hacerle honor en todo momento. Jovial, locuaz y muy simpática, ella supo, cual ave fénix, levantarse de sus cenizas para iniciar una nueva vida.

María del Carmen Encina tiene 62 años, es jubilada, oriunda de San Andrés de Giles,  y ejerció como Orientadora Educacional para el Ministerio de Educación de la Provincia de Buenos Aires hasta los 53 años, trabajando en diferentes zonas de la provincia.

Con antecedentes familiares de cardiopatías, a los 45 años ya padecía de una arritmia ventricular y manifestaba apneas profundas, las cuales preocupaban a toda su familia menos a ella. El punto de inflexión fue una noche en que María del Carmen se despertó y encontró a su hija llorando desesperada luego de presenciar una apnea interminable: esas lágrimas la ayudaron a tomar  conciencia y comenzar a ocuparse de su salud.

En el 2016 le realizaron 2 polisomnografías en el Hospital Italiano y le diagnosticaron una Apnea del Sueño (AOS) severa. Comenzó a utilizar un CPAP en enero de 2017 y desde ese momento, tanto ella como su esposo, Adolfo, pudieron dormir tranquilos. Su calidad de vida comenzó a mejorar, pero Carmen continuaba sin cuidar lo suficiente su alimentación y corazón: el cuadro de obesidad se mantenía y tampoco atendía su arritmia.

En 2018, continuó viajando con sus amigas de siempre. Si bien ahora llevaba el CPAP durante sus traslados, ella notaba que cuando caminaba le faltaba cada vez más el aire, se ahogaba y apenas podía respirar (disneas). Luego de realizarse un estudio cardiológico, los médicos decidieron internarla porque su corazón no funcionaba correctamente. Dos meses más tarde, mientras le practican un cateterismo sufre un infarto. Afortunadamente pudieron reanimarla.

En septiembre de 2019 experimenta un síncope en el baño del Hospital Italiano y le implantan un cardiodesfibrilador. Cuando la frecuencia cardíaca de Carmen es menor a 40, el equipo aplica un shock eléctrico para regular sus latidos: este CDI (cardiodesfibrilador implantable) ya le salvó la vida en dos oportunidades durante el 2021. Se trata de un equipo tan sensible que impide a Carmen utilizar microondas, secadores de cabello o pasar por detectores de metales, ya que el CDI monitorea constantemente su desempeño cardíaco.

Ella ahora es consciente de que si hubiera atendido su salud mucho tiempo antes, tal vez no hubiera llegado a este extremo. Luego de una importante pérdida de peso con el apoyo de su cardiólogo y su nutricionista, Carmen logró el cambio de actitud que necesitaba para recobrar su vitalidad y volver a disfrutar la vida junto a sus seres queridos.

“Nunca es tarde para tomar las riendas de nuestra salud y hacernos cargo, si bien el CPAP me cambió la vida a mi y a mi entorno familiar, acompañar con ejercicio físico  y cambios de hábitos alimenticios también son necesarios. El CPAP es un gran aliado pero no podemos depositar toda la expectativa de la mejora de la salud en el mismo, un cambio de actitud es esencial”, resume Carmen con entusiasmo y mucha resolución. “Espero que mi testimonio ayude a que otros tomen conciencia de la importancia de ocuparse de su salud”. ¡Para ayudar siempre está lista! Un ejemplo de alegría y compromiso con la vida.